Se dice que cada hombre dispone de una resistencia moral limitada. Pero no se puede controlar el miedo. La frontera que mantiene humano al hombre se tambalea en las situaciones límite, y nadie sabe de qué será capaz en una guerra. De las innumerables atrocidades que sucedieron en Chechenia, siempre quedarán las cicatrices.La Segunda Guerra puso en peligro la pérdida total de la humanidad. No existía compasión, sólo odio. “Poco a poco, uno se permite un poco más de irracionalidad porque se acostumbra a la violencia. La guerra arruina a las personas”. Estas palabras cavaron la tumba de la periodista rusa Anna Politkóvskaya.

Agosto de 1999. Un grupo de guerrilleros chechenos atacan Daguestán. Seguido, una serie de explosiones en Moscú acaban con la vida de cientos de personas, y los chechenos reciben el mérito de estos actos. Estalla la Segunda Guerra chechena, que se prologará durante 10 años de la mano del primer ministro ruso Vladimir Putin. Se dice que fue el antiguo KGB quien estuvo detrás de estos atentados que llevaron al inicio de la guerra y supusieron, en medio de una atmósfera nacionalista, el auge de la candidatura de Putin.

Zatchistka, la excusa para la humillación

500.000 militares rusos participaron en la guerra de Chechenia. Su objetivo, acabar con el terrorismo, terminó oscureciéndose poco a poco. La zatchistka nació como un mero control de pasaportes en los pueblos chechenos, y terminó convirtiéndose en el entretenimiento cotidiano de las tropas rusas. Cuando comenzaron a llegar televisiones, vídeos, alfombras y joyas desde Chechenia, se comprendió que la zatchistka se había convertido en un botín de guerra. La mayoría de los ciudadanos rusos lo percibió como algo normal, como una especie de castigo a los chechenos por sus pecados. Pero las zatchistki evolucionaron hasta convertirse en un toque de queda severo. Cuando caía la noche, los militares entraban en las viviendas de los chechenos, abandonándolas antes de que saliera el sol para impedir testigos. Con la excusa de la “limpieza antiterrorista”, cometían violaciones, torturas, humillaciones, asesinatos y secuestros. A menudo arrojaban a civiles o militares desobedientes a unas fosas profundas, orinaban sobre ellos, y esperaban hasta que las familias pagaran un rescate. A día de hoy, casi 3.000 familias siguen llorando a personas desaparecidas.

“La sucia Grozni”

Contaba Politkóvskaya en La deshonra Rusa sus experiencias en la guerra. Un día aparecieron en Grozni (capital de Chechenia) tres chicas de 14 años, tiradas desnudas en el barro. A su lado, un cartel anunciaba: “esto es lo que os espera a todas, zorras. Os vais a acostar con nosotros”. La reacción inmediata de las mujeres fue taparlas la cara y enviarlas a otra ciudad para que sus familias jamás se enteraran. Era la única manera de salvarlas. En la cultura chechena, una mujer violada merece la muerte. Y serán sus propios familiares varones los que la llevarán a cabo. En toda la guerra no se juzgó a ningún militar culpable de una violación. De esta forma, los militares sabían que sus actos no acarreaban diligencias judiciales. Los soldados rusos se ocultaban tras apodos. Poseían tres documentos falsos con distintos nombres. Se cubrían la cara. Se llamaban “nadie” para no tener que responder de nada.

En Chechenia es fácil cambiar munición por droga, sin preguntas. Los hospitales carecen de medios, las operaciones se realizan a ojo. Familias enteras habitan en las montañas, condenadas al hambre y la tuberculosis. Grozni es apodada entre los propios chechenos como Griazni Grizni, “la sucia Grozni”; pues la que antes se enorgullecía de ser la ciudad más hermosa del Cáucaso Norte es ahora ruinas, polvo y vandalismo medieval.

El “síndrome pos checheno”

Los soldados no recibieron ayuda psicológica tras la guerra. Los militares rusos que regresan de Chechenia traen sus abusos de poder con ellos. Viven entre los rusos como un ciudadano más, pero con sus imprevisibles reacciones. Y lo más grave es que los rusos no parecen indignados cuando éstos les atacan por la calle sin motivo alguno, si no que se han acostumbrado a su intolerancia. Los militares con síndrome de abstinencia necesitan revivir sus zatchistki y sus palizas. Y el sistema judicial les permite todo por dos motivos principales: uno, se trata de “héroes de la guerra chechena”, y dos, los fiscales militares sienten pavor por estos veteranos.

Por supuesto hay militares rusos honestos y decididos a trabajar para un fin pacífico. Comandantes valientes que buscan un cambio porque ya no ven el sentido a tantas muertes. Pero el heroísmo es un ensayo cruel, y siempre se paga. Los militares odian a los traidores. Buscarán cualquier pretexto para expulsar a un librepensador. Así que los soldados a los que aún les queda algo de moral se ven obligados a dejar pasar muchas cosas, pues una vez expulsados del ejército no pueden hacer nada.

El asesinato de Anna

La desilusión y el miedo acechan una profesión donde la ilusión y la entrega son imprescindibles. El periodismo se siente amenazado. Un error, una bala perdida en medio de un tiroteo, algún soldado borracho, una bomba indeterminada… todos ellos son peligros que amenazan al periodista de guerra. Estas tragedias ocurren indirectamente, son errores. Pero otros están tan estudiados y preparados que producen náuseas. En países que no sufren la guerra en sus territorios, que están aparentemente más organizados, que son más poderosos y tienen más relaciones internacionales (como es el caso de Rusia), acabar con alguien que se acerca demasiado a la verdad requiere una planificación rigurosa. Anna Politkóvskaya se sentó cara a cara con el poder y dijo lo que pensaba, lo que veía, lo que sabía. Sus artículos no aceptaban censuras ni cadenas, por muchas amenazas que recibiera. Y por ello fue asesinada. La sociedad rusa, impotente, salió a la calle. Sabían qué investigaba la reportera. Sabían a quiénes ponía en peligro con su afilada lengua. En resumen, todos conocían a las personas que debería pagar por ese crimen, pero nadie se atrevía a decirlo. Enfrentarse con el poder es cosa de valientes.

La ola de asesinatos en Rusia está forjando la imagen de un país donde el mínimo respeto a los derechos humanos es inexistente. Cuando el miedo se impone, cuando todo se justifica por la lucha contra el enemigo, cuando política, justicia y dinero son una sola persona; la democracia languidece. El poder se concentra en manos de un solo individuo y los matones a los que se permite ejercer su profesión caminan a sus anchas. Los periodistas rusos no pueden contar su historia, y Rusia está enfermando.

17 Comentarios en Cuando tu vida vale menos que tus palabras

  1. Esto es muy duro, pero creo que es así.
    Muy bueno.

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  2. Muy bueno, espero el proximo post

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  3. Qué pasada. Me gusta mucho tu estilo, yo también espero el próximo post.

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  4. El ser humano, capaz de las mejores bondades y las mayores atrocidades.
    Me ha gustado mucho, estupenda pluma ; )

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  5. Estoy impresionada. Como comentó nuestra querida Asun que dijo Víctor Frank “Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas, la elección de la actitud personal que debe adoptar frente al destino, para decidir su propio camino». “¿Quién es en realidad el hombre? Es el ser que siempre decide lo que es»
    ¡¡Ánimo con tu nuevo reto!!
    Madrina

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  6. Me ha recordado a otra historia: http://www.marca.com/blogs/tiros-libres/2012/10/10/samir-avdic-fingir-la-muerte-para-jugar.html
    También es la historia de personas que no se resignan a vivir con miedo, que prefieren jugarse la vida y vivir a morir lentamente en sus casas.

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  7. Duro, durisimo. Me ha gustado mucho y me ha impresionado. En el fondo no queremos saber que pasa mas alla de nuestro entorno.
    Te seguiré fielmente, me encanta como escribes.

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  8. Good job. I feel lucky haven’t been born in those countries. I’m looking forward for the next report.

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  9. Da gusto ver a gente joven con sensibilidad y conocimientos

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  10. Muy triste y muy interesante.
    Por lo visto ‘checheno’ es utilizado como insulto en algunas regiones de Rusia.
    Más posts !!!

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  11. Primita, pese a la dureza del tema tratado, consigues redactarlo de una manera genial, y eres capaz de captarnos hasta el final.
    Enhorabuena por el blog. Ánimo y seguiremos leyéndote…

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  12. El tema es tremendo, a tono con la historia de Rusia.

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  13. Ay Carola, como te metas en el terreno de las atrocidades de guerra!
    Por no pasar de los rusos te diré que en la Segunda Guerra Mundial cuando entraron en Alemania se calcula que violaron «tan sólo» a dos millones de alemanas. Y no es que estuvieran haciendo lo mismo que los alemanes -el código militar alemán castigaba la violación con pena de muerte- era simplemente que esas eran sus costumbres.
    En Rusia se abolió la servidumbre en 1861. Hasta entonces los siervos eran propiedad de sus señores que los utilizaban cuando llegaba el caso para pagar deudas de juego. La tal liberación consistió en que los que podían tenían la posibilidad de pagar a sus señores y convertirse en ciudadanos libres, los que no podían ahí continuaban.
    En Rusia el que manda manda del todo. Acuérdate de que cuando a Boris Yeltsin el parlamento se le revolvió la cuestión no le planteó mucho problema. Envió unidades de artillería y lo cañoneó. Así, sin conflicto personal de ninguna clase..
    Rusia es un país inmenso donde las condiciones de vida son muy duras y nunca podremos juzgar el comportamiento de los rusos con los estándares de nuestra rica, hedonista y confortable Europa.

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  14. Increíble post, se ve que detrás hay mucha investigación y un gran interés por el periodismo comprometido. Enhorabuena!! ¿para cuándo el próximo?

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  15. Chechenia es una guerra sucia, muy sucia, que ha dado pie al crecimiento de una poderosa oligarquía criminal, la cual pasa sus vacaciones muy cerca de nosotros. Cuidado con esto……

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  16. Gracias por ensenarnos, e incluirnos en to proyecto. Estaremos sufriendo para muchos anos con la alienation y la violencia de Los soldados americanos que vuelven de Iraq y Afghanistan heridos en cuerpo, mente y espiritu
    Russ

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  17. Sigues escribiendo tan bien como cuando eras estudiante. Incluso, mejor. Enhorabuena.
    Homero Valencia

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